miércoles, 8 de enero de 2014

El eterno amor de Córdoba

POR R. C. M. / córdoba
El eterno amor de Córdoba
La devoción a la «Señora de Córdoba» abarca todos los estratos de la sociedad, supera las fronteras locales y se palpa por doquier: desde el nombre de miles de mujeres en la capital hasta el capote del diestro José Luis Moreno.
 
Que el nombre de Dolores (o María Dolores o el más familiar y popular Lola) sea el segundo más repetido entre las mujeres cordobesas —el primero es Carmen y María del Carmen— o que la fiesta de regla que se celebra en su honor cada Viernes de Dolores sea la única que oficia el obispo de Córdoba desde el siglo XIX, son razones que llevan a pensar que la Virgen de los Dolores es la que despierta una mayor devoción en la capital cordobesa. Aunque la aclamación popular como Señora de Córdoba es muy reciente, ese sentimiento tiene siglos de antigüedad. La devoción traspasa además las «fronteras» de Córdoba, tanto de la capital como de la provincia. Así, centenares de personas foráneas se desplazan a la sede canónica de la hermandad servita cada Viernes de Dolores. Con nombre propio, la Familia Real Española guarda una relación especial con la Virgen de los Dolores, que arranca en tiempos de Isabel II.
 
Valga la anécdota de que una niña llamada Lola fuera el primer bebé de 2014 en la capital cordobesa para arrancar este análisis sobre la devoción de los Dolores. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) arrojan que, entre Dolores, María Dolores, Lolas y sus nombres compuestos, hay 17.862 cordobesas. Esta cifra sólo la superan los nombres de Carmen y María del Carmen, con 31.645.
 
Pero, ¿cuándo nace realmente en Córdoba este sentimiento tan profundo a la Virgen de los Dolores? Hay que dejar claro que arranca en el siglo XVII, por lo que es anterior tanto a la fundación de la hermandad como a la talla de la imagen (1719), si bien es cierto que la cofradía que le rinde culto representa un antes y un después en esta relación. Existía, por ejemplo, una iglesia de los Dolores en el actual Oratorio de San Felipe Neri.
 
Desde el nacimiento de la corporación servita, el incremento de la devoción es extraordinario y abarca a todas las capas sociales. Así, entre los primeros hermanos figuran familias como los Fernández de Córdova, el Conde de Torres Cabrera y hasta el propio deán de la Catedral. Pero también hay innumerables devotos que proceden del extrarradio y el resto de la provincia en los primeros censos de hermanos.
 
La ciudad se volcó desde el primer momento con la Virgen de los Dolores, pese a que ya se rendía culto a Vírgenes como la Soledad de la iglesia de Merced, las Angustias o la Soledad de San Cayetano. A favor de este fervor religioso, la ubicación de su iglesia, entonces en el extrarradio de Córdoba, no ayudaba a este crecimiento devocional.
 
Tal fue la magnitud que alcanzó este sentimiento hacia la Dolorosa que el Obispado la ha tenido entre sus preferencias desde entonces. Así, al hecho de que sea la única fiesta de regla que han oficiado todos los prelados desde el siglo XIX hay que unirle que el obispo Trevilla, quien redujo las procesiones de la Semana Santa de Córdoba a una sola, decidió que la Virgen de los Dolores fuera la imagen que cerrara ese único cortejo oficial.
 
Esa devoción tan profunda hacia la imagen de Juan Prieto fue también la responsable de que fuera la primera Virgen de la capital coronada canónicamente en mayo de 1965. La cofradía, en agradecimiento al pueblo de Córdoba, decidió su nombramiento como hermano mayor honorario. Este gesto, en forma de cuadro, permanece en el despacho de Alcaldía.
 
Una buena forma de culminar las trascendencia y el impacto de la Virgen de los Dolores es el estrecho vínculo que guarda con la familia Borbón. La primera visita a la iglesia de San Jacinto corrió a cargo de la Reina Isabel II y su hija, la Infanta Isabel, pidió hacerse hermana. En 1910, el Rey Alfonso XIII concedió el título de Real a la Hermandad de los Dolores y, poco después (década de los 20), la cofradía recibió la autorización de la Casa Real para poder utilizar corona y armas reales.
Más recientemente, los Reyes, Don Juan Carlos y Doña Sofía (entonces Príncipes), visitaron en 1964 y 1969 la iglesia de los Dolores. La última en cumplimentar a la Virgen ha sido la Infanta Elena. A todo ello hay que sumarle las visitas de jefes de Estado, presidentes del Gobierno, como Adolfo Suárez, ministros, cardenales, nuncios y arzobispos.
 
Fuente: Diario ABC - Edición Córdoba - 08/01/2014