jueves, 23 de enero de 2014

Festividad de la Presentación del Señor

Estimado Hermano.

Como viene siendo tradicional, el próximo domingo 2 de febrero, festividad de la presentación del Señor (día de la Candelaria) todos los niños, especialmente los nacidos en el último año, así como aquellos
hermanos, fieles y devotos en general, que así lo deseen, podrán ser acogidos bajo el manto protector de Nuestra Señora de los Dolores, recibiendo con ello su protección.

Este acto dará comienzo a las 17:00 horas y terminará a las 19:00 horas.

Sin más, esperamos verte el próximo día 2 para que esta preciosa tradición se siga transmitiendo de generación en generación, siempre con la protección que el manto de nuestra madre puede darnos.

Recibe un fraternal abrazo en Cristo y en María Santísima.
 

domingo, 19 de enero de 2014

Igualás de las cuadrillas de hermanos costaleros de nuestra hermandad

Estimado Hermano.
 
Te comunicamos las fechás de las igualás de las cuadrillas de hermanos costaleros de nuestra hermandad.
 
Paso de Nuestra Señora de los Dolores
Se Convoca a todos los hermanos costaleros de la cuadrilla de Nuestra Señora de los Dolores, a la Igualá, que tendrá lugar D.M, el próximo viernes 24 de enero de 2014, a las 21:00 horas, en el local de la hermandad, sito en C/ Conde de Torres Cabrera s/n
Paso del Santísimo Cristo de la Clemencia
Se Convoca a todos los hermanos costaleros de la cuadrilla del Santísimo Cristo de la Clemencia, a la Igualá, que tendrá lugar D.M, el próximo viernes 31 de Enero de 2014, a las 21:00 horas, en el local de la hermandad, sito en C/ Conde de Torres Cabrera s/n.

Asimismo, todos aquellas personas que deseen formar parte de las cuadrillas, deberán presentarse en el lugar descrito, el día que iguale, la cuadrilla a la que desee pertenecer.
Fdo.: La hermandad.

sábado, 11 de enero de 2014

Señales de lo inmutable

POR L. M. / Córdoba

La Señora de Córdoba destaca por una serie de rasgos de iconografía y estética que han pervivido durante décadas

Señales de lo inmutable
Fotografía de archivo: La Virgen de los Dolores, con el singular manto de los bolillos.
 
En el lenguaje moderno, y desde luego mucho más reciente que la ingente devoción que atesora desde hace siglos, se podría decir que la Virgen de los Dolores es un icono de la religiosidad popular de la ciudad. No tan extendido quizá como el Arcángel San Rafael, que vela en los triunfos de tantas plazas, pero sí con una estética personal e intransferible que se ha mantenido imperturtable, con pocos cambios, con el paso de los años.
 
No hay más que ver la silueta para saber que se trata de la Virgen de los Dolores, es uno de los secretos de su estética, pero no el único. De nada habría servido sin la imagen labrada por Juan Prieto en 1719, según la estética del siglo XVIII, en una sutil mezcla de pena profunda y de dulzura, todo reflejado en una policromía también inconfundible y pálida.
 
En su composición tiene un singular protagonismo las manos, pálidas y muy finas. La derecha siempre está un poco más baja que la izquierda, como si quisiera, como han dicho algunos devotos, recoger las peticiones y rezos que le dirigen los cordobeses. Muchas veces la mano tiene una corona de espinas con los clavos, aunque no siempre, mientras que en la izquierda es habitual un pañuelo, aunque los cambios están permitidos.
 
Lo que en otras imágenes es un recuerdo de lo antiguo, en la Virgen de los Dolores es tradición inmutable, y por eso el óvalo facial se rodea con un rostrillo, casi siempre enjoyado de grandes ofrendas. Era una forma habitual de engalanar a las imágenes marianas, y que sigue siendo tradicional en muchas de gloria, como las del Rocío y Araceli. Lo tuvo en tiempos la Virgen de las Angustias, como muestran las fotos del siglo XIX, pero hoy sólo la Señora de Córdoba lo conserva, y también, desde los años 70, la Virgen de las Tristezas, titular de la cofradía de Ánimas.

El corazón

La tradición dice que el corpiño deberá terminar en forma de «V» y también se detiene en el pecho de la imagen, donde nunca falta alguno de los muchos y valiosos corazones de la imagen, casi siempre en plata y con las siete espadas que representan los Dolores de la Virgen. No han faltado estampas con el pecho casi liso, pero el corazón, con una espada o con las siete, es constante en la Señora de Córdoba.
 
La imagen, ligeramente inclinada hacia atrás, tiene una silueta característica por la disposición triangular del manto y la saya, que puede estar más o menos abierto, pero que siempre conserva la misma forma, con el corpiño además en forma de «V». Los únicos cambios están en las prendas bordadas, un rico ajuar que los devotos conocen: el manto de Alburquerque y la saya del cordero, ambas negras, de mediados del siglo XIX; el manto azul de las palomas y la saya roja, que le quitaron el luto gracias a la inventiva de Enrique Redel; el manto de los dragones que lleva el Viernes Santo, la saya blanca del Espíritu Santo, los dos conjuntos de Esperanza Elena Caro, uno de ellos de camarín, y el insólito y casi inédito manto de los bolillos, confeccionado con una técnica inusual en las cofradías.
 
Fuente: Diario ABC - Edición Córdoba - día 11/01/2014

viernes, 10 de enero de 2014

Corona de fe incontable

POR L. M. / Córdoba

La coronación canónica de la Virgen de los Dolores en 1965 marcó un hito que en 2015 volverá a vivirse

Corona de fe incontable
Fotografía: Archivo hermandad. La Virgen de los Dolores sale de la Catedral el día de su coronación canónica.
Las coronaciones canónicas son jornadas grandiosas para las devociones que reciben la distinción, días en que parece que el nombre de la Madre es el de la Virgen que ciñe sus sienes con la nueva presea. Son días escritos con letras de oro en la historia de las devociones y de las hermandades, días históricos. En Córdoba hay ya varios, pero hubo uno que debería estar en rojo en el calendario de la religiosidad popular de la ciudad. Es el 9 de mayo de 1965, el día en que se coronó canónicamente a Nuestra Señora de los Dolores.
 
En aquella radiante jornada se hizo presente el símbolo con el que Córdoba distinguió a su imagen predilecta, como si en la plata de la corona estuviera engarzado todo el amor de sus muchos devotos. Eran los años en que sólo los Papas podían otorgar esta distinción, y la lista de las imágenes que lo tenían era de devociones universales, extendidas por toda España y fuera de ella: Araceli, Rocío y, un año antes, la Esperanza Macarena, como ejemplos más paradigmáticos.
 
La hermandad trabajaba desde hacía años para que también la Señora de Córdoba estuviera coronada, y el trabajo dio sus frutos, también con el empeño del entonces obispo, Manuel Fernández-Conde. En la casa de hermandad, no muy lejos del camarín en que se rinde culto a la majestuosa imagen, está enmarcado el breve pontificio firmado por el cardenal Gaetano Cicongani, titulado «Impense Collitur», en que se decreta la coronación canónica de la Virgen.

El manto de las palomas

La hermandad quiso implicar a las más altas instituciones públicas. Los Príncipes, Don Juan Carlos y Doña Sofía, visitaron la iglesia durante los preparativos de la jornada y el ministro secretario general del Movimiento, el egabrense José Solís, representó al Jefe del Estado en la jornada, que fue sobre todo del pueblo. Amaneció la Virgen de los Dolores en la Catedral, donde había presidido cultos extraordinarios por el gran día, y de allí salió aquella mañana, sobre su paso, el mismo que hoy, pero con una estampa novedosa.
 
Para empezar, la diadema, en lugar de la corona que ya entonces llevaba, y que también había lucido el Viernes Santo de aquel año. Sobre sus hombros estaba el mítico manto de las Palomas, que diseñó Enrique Redel a finales del siglo XIX y que sólo lucía, y luce, en procesiones gozosas y extraordinarias, y nunca en Viernes Santo. La saya de aquel histórica día no fue la roja, compañera del manto azul, sino la blanca del Espíritu Santo. Los faldones, como el manto, tan azules, completaban el aspecto radiante del conjunto, alegre de flores blancas.
 
Cualquier lugar se iba a quedar pequeño para verlo, así que se escogió el aire libre, la explanada ante el hotel Córdoba Palace, una gran zona abierta ya totalmente atestada cuando la Virgen de los Dolores llegó para presidir el altar. El cardenal José María Bueno Monreal, arzobispo metropolitano de Sevilla, tuvo el honor de poner sobre las sienes de la imagen la corona de plata dorada, oro, esmalte y piedras preciosas que había labrado Rafael Peidró. Concelebraron varios obispos, entre ellos el de Córdoba, Manuel Fernández-Conde, y el auxiliar de Sevilla que después vendría a la silla de Osio, José María Cirarda.
 
En la celebración se leyó una carta del Papa Pablo VI con motivo de la coronación, a la que siguió el vuelo de palomas en señal festiva. La Virgen de los Dolores volvió luego a su templo entre el fervor del pueblo, que nunca olvidaría la fecha del 9 de mayo. Un breve documental en internet muestra bellas imágenes, pertenecientes a la Filmoteca Española. La hermandad prepara los actos que en 2015 celebrarán el cincuenta aniversario de la coronación canónica, y que permitirán revivir aquel histórico día.
 
Fuente: Diario ABC - Edición Córdoba - día 10/01/2014

jueves, 9 de enero de 2014

Un paso inconfundible en las calles de Córdoba

POR R. C. M. / Córdoba
 

La forma ochavada, la ausencia de palio y la valiosa peana convierten este conjunto en uno de los más singulares y valiosos de la ciudad


Un paso inconfundible en las calles de Córdoba
Sobre estas líneas, la Virgen en los años 50.
 
La silueta de la Virgen de los Dolores, y el conjunto artístico sobre el que se asienta en cada procesión del Viernes Santo, componen una estampa inconfundible y muy singular. Pese a su sobresaliente valor artístico, su paso procesional apenas si se deja ver a media distancia, lo que permite que la vista se dirija siempre a la titular, sin duda alguna una de las mayores devociones de la capital cordobesa. Son sólo unas pinceladas y detalles que engrandecen a esta imagen cuando se presenta ante el pueblo de Córdoba.  
 
El paso actual es muy posterior a la imagen, de Juan Prieto en 1719. Concretamente, de 1937, el año en el que se estrenaron sus respiraderos (en plata) y, valga la coincidente anécdota, también el año en el que se estrenó el paso de palio de la Virgen de las Angustias, dos grandes novedades históricas de la Semana Santa. En una descripción de los detalles del paso procesional son reseñables las eclécticas influencias que se tomaron entonces para concebirlo. Su forma ochavada denota un claro influjo de la corriente malagueña, lo que hace que se aleje de la mayor parte de los pasos de las Vírgenes cordobesas.
 
Los respiraderos estrenados en 1937 son los primeros completos y en plata que hay en la ciudad. Su autor fue el cordobés Emilio García Armenta, un orfebre que después se marchó a Sevilla donde hizo grandes trabajos para las cofradías de la ciudad, como la peana de María Santísima de la Esperanza Macarena.

Trasera terminada

El hecho de que los respiraderos estén trabajados al completo, incluida la trasera (algo poco usual), es algo que no pasó por alto el Cabildo de la Catedral para pedir el trono en ocasiones muy especiales. Así, por ejemplo, entre las décadas de los años 40, 50 y 60, sobre el paso de la Virgen de los Dolores iba la Custodia del Corpus Christi en la procesión celebrada con motivo de la festividad cada año.
Otra de las peculiaridades de esta valiosa pieza es precisamente la ausencia de palio. ¿Cuál es el motivo que lleva a la hermandad a tomar esta decisión? En primer lugar, la ausencia de este elemento sirve para que la titular sea más visible y, por ende, tome un mayor protagonismo.
 
Sin embargo, la Virgen de los Dolores ha ido bajo palio en épocas pasadas. La imagen contó con un paso de estas características, realizado por el mismo autor de la talla (Juan Prieto), hasta 1795. Esta pieza pasó a formar parte del patrimonio artístico de la hermandad de Jesús Caído, a la que se lo vendió la cofradía servita a finales del siglo XVIII. En 1874 la hermandad estrenó un paso de palio, que se utilizó en la procesión de ese año. No hay una causa clara para que dejara de usarse, pero las puertas de San Jacinto no permitían que pasara un palio. En la mente de todos están los años, hasta 2002, en que el paso se montaba fuera, y añadirle el palio parecía una empresa muy dificultosa.
 
De esta época la hermandad conserva la peana de plata, no muy diferente a las que usan en los pasos de palio actuales, y que se ha usado en besamanos. Pero, al margen de la singularidad de sus respiraderos y la ausencia del palio, hay otros elementos que forman parte del paso de los Dolores. La peana (1779) es una obra de Francisco Enríquez, los ángeles de Francisco Arellano y medallones del hermano servita Agustín. También fue García Armenta el autor de los candelabros de cola, realizados en plata.
 
También son muy característicos los faldones, que se realizaron en el siglo XIX, y que por lo tanto son anteriores a los valiosos respiraderos de García Armenta. Los que lleva el Viernes Santo son de terciopelo negro, pero tiene otros, de diseño parecido, sobre color azul, compañeros del manto de las palomas, que la Virgen lleva en ocasiones festivas, como fue el día de su coronación canónica. La candelería y el San Rafael del frontal, obras recientes, completan un paso de silueta inmutable para la Señora de Córdoba.
 
Fuente: Diario ABC - Edición Córdoba - 09/01/2014

miércoles, 8 de enero de 2014

El eterno amor de Córdoba

POR R. C. M. / córdoba
El eterno amor de Córdoba
La devoción a la «Señora de Córdoba» abarca todos los estratos de la sociedad, supera las fronteras locales y se palpa por doquier: desde el nombre de miles de mujeres en la capital hasta el capote del diestro José Luis Moreno.
 
Que el nombre de Dolores (o María Dolores o el más familiar y popular Lola) sea el segundo más repetido entre las mujeres cordobesas —el primero es Carmen y María del Carmen— o que la fiesta de regla que se celebra en su honor cada Viernes de Dolores sea la única que oficia el obispo de Córdoba desde el siglo XIX, son razones que llevan a pensar que la Virgen de los Dolores es la que despierta una mayor devoción en la capital cordobesa. Aunque la aclamación popular como Señora de Córdoba es muy reciente, ese sentimiento tiene siglos de antigüedad. La devoción traspasa además las «fronteras» de Córdoba, tanto de la capital como de la provincia. Así, centenares de personas foráneas se desplazan a la sede canónica de la hermandad servita cada Viernes de Dolores. Con nombre propio, la Familia Real Española guarda una relación especial con la Virgen de los Dolores, que arranca en tiempos de Isabel II.
 
Valga la anécdota de que una niña llamada Lola fuera el primer bebé de 2014 en la capital cordobesa para arrancar este análisis sobre la devoción de los Dolores. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) arrojan que, entre Dolores, María Dolores, Lolas y sus nombres compuestos, hay 17.862 cordobesas. Esta cifra sólo la superan los nombres de Carmen y María del Carmen, con 31.645.
 
Pero, ¿cuándo nace realmente en Córdoba este sentimiento tan profundo a la Virgen de los Dolores? Hay que dejar claro que arranca en el siglo XVII, por lo que es anterior tanto a la fundación de la hermandad como a la talla de la imagen (1719), si bien es cierto que la cofradía que le rinde culto representa un antes y un después en esta relación. Existía, por ejemplo, una iglesia de los Dolores en el actual Oratorio de San Felipe Neri.
 
Desde el nacimiento de la corporación servita, el incremento de la devoción es extraordinario y abarca a todas las capas sociales. Así, entre los primeros hermanos figuran familias como los Fernández de Córdova, el Conde de Torres Cabrera y hasta el propio deán de la Catedral. Pero también hay innumerables devotos que proceden del extrarradio y el resto de la provincia en los primeros censos de hermanos.
 
La ciudad se volcó desde el primer momento con la Virgen de los Dolores, pese a que ya se rendía culto a Vírgenes como la Soledad de la iglesia de Merced, las Angustias o la Soledad de San Cayetano. A favor de este fervor religioso, la ubicación de su iglesia, entonces en el extrarradio de Córdoba, no ayudaba a este crecimiento devocional.
 
Tal fue la magnitud que alcanzó este sentimiento hacia la Dolorosa que el Obispado la ha tenido entre sus preferencias desde entonces. Así, al hecho de que sea la única fiesta de regla que han oficiado todos los prelados desde el siglo XIX hay que unirle que el obispo Trevilla, quien redujo las procesiones de la Semana Santa de Córdoba a una sola, decidió que la Virgen de los Dolores fuera la imagen que cerrara ese único cortejo oficial.
 
Esa devoción tan profunda hacia la imagen de Juan Prieto fue también la responsable de que fuera la primera Virgen de la capital coronada canónicamente en mayo de 1965. La cofradía, en agradecimiento al pueblo de Córdoba, decidió su nombramiento como hermano mayor honorario. Este gesto, en forma de cuadro, permanece en el despacho de Alcaldía.
 
Una buena forma de culminar las trascendencia y el impacto de la Virgen de los Dolores es el estrecho vínculo que guarda con la familia Borbón. La primera visita a la iglesia de San Jacinto corrió a cargo de la Reina Isabel II y su hija, la Infanta Isabel, pidió hacerse hermana. En 1910, el Rey Alfonso XIII concedió el título de Real a la Hermandad de los Dolores y, poco después (década de los 20), la cofradía recibió la autorización de la Casa Real para poder utilizar corona y armas reales.
Más recientemente, los Reyes, Don Juan Carlos y Doña Sofía (entonces Príncipes), visitaron en 1964 y 1969 la iglesia de los Dolores. La última en cumplimentar a la Virgen ha sido la Infanta Elena. A todo ello hay que sumarle las visitas de jefes de Estado, presidentes del Gobierno, como Adolfo Suárez, ministros, cardenales, nuncios y arzobispos.
 
Fuente: Diario ABC - Edición Córdoba - 08/01/2014