POR L. M. /
Córdoba
La coronación canónica de la Virgen de los Dolores en 1965 marcó un hito que en 2015 volverá a vivirse
Fotografía: Archivo hermandad. La Virgen de los Dolores sale de la Catedral el día de su coronación canónica.
Las coronaciones canónicas son jornadas grandiosas para las devociones que reciben la distinción, días en que parece que el nombre de la Madre es el de la Virgen que ciñe sus sienes con la nueva presea. Son días escritos con letras de oro en la historia de las devociones y de las hermandades, días históricos. En Córdoba hay ya varios, pero hubo uno que debería estar en rojo en el calendario de la religiosidad popular de la ciudad. Es el 9 de mayo de 1965, el día en que se coronó canónicamente a Nuestra Señora de los Dolores.
En aquella radiante jornada se hizo presente el símbolo con el que Córdoba distinguió a su imagen predilecta, como si en la plata de la corona estuviera engarzado todo el amor de sus muchos devotos. Eran los años en que sólo los Papas podían otorgar esta distinción, y la lista de las imágenes que lo tenían era de devociones universales, extendidas por toda España y fuera de ella: Araceli, Rocío y, un año antes, la Esperanza Macarena, como ejemplos más paradigmáticos.
La hermandad trabajaba desde hacía años para que también la Señora de Córdoba estuviera coronada, y el trabajo dio sus frutos, también con el empeño del entonces obispo, Manuel Fernández-Conde. En la casa de hermandad, no muy lejos del camarín en que se rinde culto a la majestuosa imagen, está enmarcado el breve pontificio firmado por el cardenal Gaetano Cicongani, titulado «Impense Collitur», en que se decreta la coronación canónica de la Virgen.
El manto de las palomas
La hermandad quiso implicar a las más altas instituciones públicas. Los Príncipes, Don Juan Carlos y Doña Sofía, visitaron la iglesia durante los preparativos de la jornada y el ministro secretario general del Movimiento, el egabrense José Solís, representó al Jefe del Estado en la jornada, que fue sobre todo del pueblo. Amaneció la Virgen de los Dolores en la Catedral, donde había presidido cultos extraordinarios por el gran día, y de allí salió aquella mañana, sobre su paso, el mismo que hoy, pero con una estampa novedosa.
Para empezar, la diadema, en lugar de la corona que ya entonces llevaba, y que también había lucido el Viernes Santo de aquel año. Sobre sus hombros estaba el mítico manto de las Palomas, que diseñó Enrique Redel a finales del siglo XIX y que sólo lucía, y luce, en procesiones gozosas y extraordinarias, y nunca en Viernes Santo. La saya de aquel histórica día no fue la roja, compañera del manto azul, sino la blanca del Espíritu Santo. Los faldones, como el manto, tan azules, completaban el aspecto radiante del conjunto, alegre de flores blancas.
Cualquier lugar se iba a quedar pequeño para verlo, así que se escogió el aire libre, la explanada ante el hotel Córdoba Palace, una gran zona abierta ya totalmente atestada cuando la Virgen de los Dolores llegó para presidir el altar. El cardenal José María Bueno Monreal, arzobispo metropolitano de Sevilla, tuvo el honor de poner sobre las sienes de la imagen la corona de plata dorada, oro, esmalte y piedras preciosas que había labrado Rafael Peidró. Concelebraron varios obispos, entre ellos el de Córdoba, Manuel Fernández-Conde, y el auxiliar de Sevilla que después vendría a la silla de Osio, José María Cirarda.
En la celebración se leyó una carta del Papa Pablo VI con motivo de la coronación, a la que siguió el vuelo de palomas en señal festiva. La Virgen de los Dolores volvió luego a su templo entre el fervor del pueblo, que nunca olvidaría la fecha del 9 de mayo. Un breve documental en internet muestra bellas imágenes, pertenecientes a la Filmoteca Española. La hermandad prepara los actos que en 2015 celebrarán el cincuenta aniversario de la coronación canónica, y que permitirán revivir aquel histórico día.
Fuente: Diario ABC - Edición Córdoba - día 10/01/2014