FATIMA, 12 May. 00 (ACI).- Al recorrer el Pontificado de Juan Pablo II, resulta evidente -y el mismo Santo Padre así lo ha indicado- la presencia maternal de la Virgen de Fátima. Esta historia de amor filial comienza el 13 de mayo de 1981. Juan Pablo II tenía poco más de dos años como Pontífice y ese mismo día, salvaba de morir en un atentado perpetrado por el turco Alí Agca en la Plaza San Pedro. "Cuando fui alcanzado por la bala no me di cuenta en un primer momento que era el aniversario del día en que la Virgen se aparecía a tres niños en Fatima", revelaba poco después el Pontífice y agrega que fue su secretario personal quien lo anota después de la operación en la que le extrajeron un proyectil del intestino.
Durante su convalecencia, el Papa pidió que le entreguen un informe sobre las apariciones de Fátima, que estudió en detalle hasta llegar a la conclusión que debía su vida a la amorosa intercesión de la Virgen. Un añoo después del atentado, el 13 de mayo de 1982, Juan Pablo II viaja por primera vez a Fátima para "agradecer a la Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento de mi salud".
En diciembre de 1983, el Papa visita en la cárcel al hombre que intentó matarlo. El mismo Alí Agca habla de Fátima. "¿Por qué no murió? Yo sé que apunté el arma como debí y sé que la bala era devastante y mortal. ¿Por qué entonces no murió? ¿Por qué todos hablan de Fátima?"
Un año más tarde, Juan Pablo II formalizaba su devoción y agradecimiento a la Virgen donando al santuario de Fátima la bala que le extrajeron, la misma que desde 1984 está engarzada en la aureola de la corona de la imagen mariana que preside el santuario.